El Dictador
Pese a su escasa estatura y a permanecer a diario expuesto a la vista de todo el mundo, el fantoche se movía con inusitada soltura y no exento de una cierta prestancia al andar a través de aquel espacio que otros le habían habilitado en el interior del glamuroso y grandioso escaparate donde, ufano, se exhibía muy seguro de sí mismo aunque sabiamente aislado del exterior por un grueso paño de vidrio blindado que ocupaba muchos metros cuadrados de luz en el hueco dejado en la pared. Allí se sentía a salvo y en contacto con el mundo exterior a través de su móvil , su e-mail o, sobre todo, de su blog colgado de Internet; cuando no, desde su columna en el diario oficial local. Un complejo filtro de seguridad se encargaba de guardar el grueso cristal blindado que limitaba el grandioso escaparate con la plaza pública, donde se daban cita diariamente sus innumerables y fieles admiradores, con quienes el personaje, a falta de mejor voz, se comunicaba por señas, sonreía y saludaba como s...